por McSalas » 18 Ago 2011
No comenzaba mal el día. Había dejado todo preparado la tarde de antes a falta de cosas menores, como pasar por casa de mis padres a por una silla de campo para el box, coger algo de chocolate para los descansos, bajar el mono y las botas al coche…
La moto estaba ya sobre el remolque, atada y bien atada, con esto no se debe arriesgar. El Terrano que me ha dejado mi padre estaba lleno de polvo por dentro, parecía recién sacado de un safari: llevan todo el verano trabajando con él en la finca y se podrían escribir jeroglíficos sobre el salpicadero. El aire acondicionado no es ninguna maravilla, antes de las 8.00am ya llevo calor en el coche, y esas ruedas de campo que lleva suenan como si llevase una lancha motora en vez de un todoterreno. Pero nada de eso iba a amargarme el día.
Fichado desde hace unas cuantas semanas, el primer finde de mis vacaciones tiene un círculo rojo en el calendario. Rodada en el Jarama. He volado desde Escocia con el casco en la mochila y una copia de A Twist of the Wrist II sobre la bandeja del asiento. Sin embargo mi cabeza viaja más deprisa que el avión, el codo derecho me guía hacía el interior de Varzi antes de llegar al Supersiete, gas a fondo, tirándome hacia dentro y frenando a tope para coger Le Mans bien abierta para atacar con facilidad el segundo ápice. Creo que sigo tomando Varzi con algo de temor, y riéndome a continuación al sentir cómo queda atrás una vez más, con la satisfacción que da el pasar por encima de una curva fuerte bien tomada… Mas adelante larga tumbada sobre la Hípica y la mente ya va puesta en la bajada ciega a Bugatti. Luego la entrada a recta en bajada sobre el túnel…
Como ya viene siendo habitual, me planto en el circuito solo entre mucho desconocido. Pero no me importa demasiado. Ya hace tiempo que dejó hace aturdirme esa sensación típica de novato de todos me miran, ahora no sé muy bien qué hacer. Todo el mundo va a su rollo, los unos ayudan a los otros a bajar las motos de los carros mientras la mañana avanza y se va formando cola en la prueba de ruido para no molestar demasiado al dichoso propietario de la curva de La Hípica. Veo que inscripciones aún no ha levantado el chiringuito, así que bajo la moto, recojo las eslingas y demás útiles y le pego un buen trago a la botella del agua. Son las 8.30h, el día no termina de aclarar, y el bochorno avisa de que ha reservado entradas de tribuna. Hay que beber agua desde primera hora.
Entre unas cosas y otras el tiempo va pasando. Con el registro en intermedios ya hecho, las presiones ajustadas, la prueba de ruido ya completada y el límite para la hípica en 5500 rpm (el dbkiller ha valido para algo), aún tengo tiempo de sobra para colocar todo lo necesario en el box y calzarme el mono. El días de antes estuve más de 3 horas limpia que te limpia con toallitas de bebe para culitos delicados y luego dale que te pego a la nivea. Está chulo ahí colgado, azul y blanco en la pared del box. Aún brilla por culpa de la crema. Pero sin punto de comparación a cuando me lo enfunde y me suba encima de ella. Si, aún no he comentado nada de ella. Después de ya casi un año de distanciamiento y escarceos ocasionales, la relación sigue siendo buena. Sabe que a veces me lo monto con otra, que también viste de azul y que corre mucho más. Pero aún así, le sigo llevando detallitos de vez en cuando y la llevo a las carreras siempre que puedo. La última chuche, un amortiguador de GSXR K7 para ponerle el trasero firme, que ya está de camino a casa y que montaremos en otoño- invierno.
Y en medio de los preparativos finales, entre el ajuste de cremalleras y últimos tragos de agua fresca, mira quién cruza justo por delante de mi box. Tarzán!! Vaya sorpresa, esto sí que no me lo esperaba. Parece que la jornada mejora según avanza, todo preparado para saltar al ruedo y con un compañero de fatigas al que no veía desde hace meses. Abrazos de rigor y los típicos pero necesarios Qué tal? Yo bien, y tú? Pues ahí vamos…, que tal por Glasgow? …
Tras la pertinente introducción a la flamante RSV de llantas azules nos disponemos a arrancar las monturas para que vayan cogiendo temperatura, que ya quedan sólo de diez minutos para que empiece la primera tanda. Son las 9.50h y los electroduendes hacen acto de presencia.
Preparados en el box, con los monos abrochados, guantes enfundados y cascos ajustados. Y la RSV de repente dice que no juega. Acaba de arrancar sin problema para hacer la prueba de ruido, pero ahora no mueve. Menos mal que Tarzán hizo gala de sus artes embaucadoras y rápidamente consiguió una batería y unas pinzas en tiempo record. Primer envite, a la grande, aceptado y ganado.
Empieza lo serio. Primera tanda de 30 minutos. El calentamiento de gomas, con clama. Son poco más de las 10am y aunque la temperatura no es baja, no conviene arriesgar. Así que damos un par de vueltas para calentar bien gomas y yo, personalmente, a recordar los detalles de esta pista que probé por primera (y única) vez ya hace casi un año. Primera vuelta suave, la segunda, un poquito más fuerte, pero aún sin exigir a los neumáticos. Curva sobre el túnel enroscando y recta de meta a fondo. Comienza el baile.
No me siento demasiado cómodo, me cuesta moverme sobre la moto. Supongo que es normal, mucho tiempo sin acariciar las pistas y mi conducción por las Highlands no contempla este tipo de alardeos. Voy con la mente puesta en consejos que deberían ser útiles, como fijar los puntos de referencia en la entrada a curvas, colocarme en la moto antes de frenar… y relajarme, nada de ir agarrotado. Tiene que ser suave... Sin embargo, se me acumula el trabajo en cada curva, no estoy suelto. La primera tanda ha acabado y ya siento una notable exigencia en muslos y antebrazos. No me he encontrado especialmente mal, pero tampoco bien.
De vuelta en el box, es el turno de cambiar las primeras impresiones del día. La RSV es como un jabato enrabietado. Tarzán asegura tener que tragar saliva en la subida Ascari porque se le levanta en tercera al tiempo que sufre cortes de encendido por los problemas con la batería al sobrepasar las 7000rpm. Pero esa parte se la dejo a él, que será quién mejor lo pueda narrar. Por mi parte, nada especial a lo que hacer referencia, a parte de los fallos motivados por mi propio pilotaje. Tan sólo hago un comentario, la noto como un poco blanda de atrás… A pesar de mis inquietudes y refunfuños por mi cuánto tenso he ido en los primeros giros, Tarzán se deshace en elogios. Siempre positivo.
Con la segunda tanda en perspectiva, Tarzán saca su juguete favorito para estas lides. Hay que guardar registro y que me mejor que su cámara on-board. Grabaremos desde distintos ángulos, el de delante hacia detrás y viceversa. Vamos a divertirnos y luego a presumir en el foro. Tras arrancar de nuevo la RSV con las pinzas (parece que estaremos así todo el día) el semáforo se pone en verde y salimos disparados. Vuelta de calentamiento de rigor, cámaras y acción!! Me cuesta seguir la RSV. Tarzán ha dicho que solo venía a probar sensaciones, rodar en quinta y a conocer mejor a su nueva pareja de baile… pero no es del todo cierto. Aprovechamos la recta de meta y la subida Ascari para pegarnos bien y tratar de sacar buenos planos, mientras las RR silban alrededor. 4 Giros completos y cambiamos posiciones. Ahora me toca a mí atacar Varzi como más me gusta.
Me siento algo más cómodo, como suele ser habitual según va avanzando el contador de vueltas, pero ni mucho menos voy como me gustaría. Una rascada en la estribera me recuerda que hay cosas que no se están haciendo bien, y seguro que no son pocas.
Y de nuevo al box. No ha estado nada mal la tanda y los comentarios al respecto se suceden. Nada mejor como que te observen desde cerca, unos metros por detrás, para decirte que puedes estar haciendo mal. Y en mi caso está claro. Intento sacar el trasero del asiento, el cuerpo a un costado, el hombro de dentro hacia delante, el codo hacia el interior de la curva. Y de hecho incluso a veces lo hago, pero sigo sin sentirme cómodo sobre ella. Tenso, firme en exceso sobre los semimanillares y con las piernas muy cargadas. Tarzán me pregunta por qué no saco más la rodilla, yo le digo que no puedo. No sé si es una mezcla de falta de agilidad, el cuero que me tira demasiado o no sé el qué, pero aunque me posiciono y lo intento, no encuentro esa referencia de inclinación que empiezo a necesitar.
Las barras de chocolate y el isostar caen como si no costase. Discutimos sobre parado, a horcajadas sobre las motos en el box y le muestro a Tarzán como no soy capaz de sacar más la pierna, de cómo me cuesta sujetarme sobre el depósito. Y de repente, voilá! Crystal clear como dicen los británicos me dice cuál es mi problema. Parece que me coloco bien al entrar a curva, pero cuando busco el apoyo en mi estribera interior, la puntera de la bota mira hacia el cárter y el talón hacia las tribunas. Así es imposible que la rodilla caiga hacia fuera, nos decimos. Instrucciones claras a continuación, el pié mirando hacia el interior de la curva, busca con la puntera el extremo del estribo. Y el talón, hacia dentro. Vaya… la posición de mi pierna sobre la moto, no sólo es distinta, sino que no es tan forzada. Bueno, para ser sincero, me cuesta mantener el talón pegado a la moto, pero en conjunto todo parece tener sentido. Habrá que probarlo.
Nos hemos dormido entre tanta teórica y ya nos toca de nuevo. Corremos a por las pinzas cuando la pista ya está abierta para intermedios. Tarzán me dice que vaya saliendo, que ya lo hace él sólo. De eso nada, monada. Aquí estamos los dos juntos. Arrancamos, apretamos los tornillos del asiento, cascos, guantes… y la RSV se cala. Joder!! A empezar de nuevo, quitar asiento, poner asiento, cascos, guantes, cremalleras, sudor y lágrimas… algunos han dado ya tres vueltas. Vámonos!
Si en la tanda anterior se me acumulaba el trabajo, en ésta, la tercera, voy a tener que llevarme las tareas a casa… A los teóricamente fijados consejos de Keith Code sobre el punto y la velocidad de giro, el balance de pesos, las reacciones de supervivencia y el control del gas, se añaden la posición de la puntera y el talón, al tiempo que saco un cachete del asiento y me dispongo a frenar y bajar marcha. Pocas veces me he sentido tan incómodo sobre la moto. Se me acumulan las tareas en cada curva, no consigo hacerlo nada natural, no se debe pensar cada paso para ejecutarlo de forma secuencial. Estoy haciéndolo mal y además soy consciente de ello, por eso voy más despacio. Parezco un saltamontes sobre la SV y me estoy cabreando por momentos. Una segunda rascada de estribera me invita a volver al box antes de tiempo. Es mejor parar y volver en la siguiente tanda con más calma.
Tarzán sabe lo que me pasa, me ha visto perfectamente y trata de tranquilizarme. Con calma, poco a poco. Dice que voy bien, que voy deprisa, que le flipa cómo me tiro en Varzi, pero que no tengo cogida la posición de la pierna interior. Tiene razón, lo sé. Me da la impresión que me obligo a tumbar la moto demasiado. Tanto, que espero antes que roce la estribera antes que mi rodilla me ofrezca la dichosa referencia, y eso me agarrota sobre la moto. Sé que debería pasar nada por rozar eventualmente con la estribera, pero cuando inclino voy más pendiente de esperar esa incómoda sensación en vez de relajarme y pilotar.
Sentado en la silla del box, en silencio durante bastantes minutos, trato de analizar todo lo que sucede sobre la moto, lo poco que hago bien y lo mucho que hago regular o mal. No saqué demasiadas conclusiones nuevas, pero dado que rozar las estriberas parece ser que es algo que desvía mi atención, decido quitar los avisadores. No es que pretenda tumbar más de lo que ya lo hago, pero aún tengo margen de sobra, eso dice especialmente la goma trasera, y así espero que esos roces no desvíen mi atención al inclinar. Y tratar de colocar correctamente el pie sobre el estribo para poder buscar, una vez más, la dichosa referencia para un giro más seguro.
Comienza la cuarta tanda, son las 13h. Vuelta de calentamiento de gomas, despacio, parece que me he ajustado el mono mejor y soy capaz de colocarme mejor sobre la moto. Quiero empezar a apreciar una mejor colocación del pie y la pierna en las curvas durante el primer giro de esta tanda. Siempre que tratamos de aplicar algo nuevo, cuesta hacerse. Abro gas sobre el túnel y recta de meta a fondo. Señal de 200m para frenar, cuerpo y pierna en su sitio. Busco con la mirada un punto en el suelo sobre el que atacar la curva con decisión. Golpe al semi derecho, la moto cae hacia el interior de la curva. Estoy arrastrando la rodilla por la curva del final de recta del Jarama. Estoy tumbado mientras noto cómo el asfalto se convierte en hielo. Son milésimas de segundo pero aún así me doy cuenta. Llevo gas en el puño.
Una fuerte sacudida… y silencio.
LO QUE NO SE PUEDE EVITAR, SE DEBE SOPORTAR